
Para toda la banda tuitera, si los pongo a todos ya no escribo lo demás, por los buenos ratos...
Yo quería encontrarles una foto de un gasero así bien cochicostro, como los de antes, pero todo tiempo pasado fue mejor. Ahora los gaseros se cotizan, son muy cutes y te llevan el gas sólo si les llamas a su cel ggggoooooeeeiii, ah, y se dan de besos con las mamás de una, cuando van a surtir el respectivo tanque (eso es lo que dice Dylan, que cuando va el del gas se da de besos con la abuela).
Ayer @aerodi se quejaba de que con los sonidos de esta ciudad no se puede grabar un podcast con decencia, y eso que no le ha tocado grabar un disco para un curso de inglés en mero 16 de septiembre con los helicópteros del desfile pasa y pasa... es una tortura.
Ahora, a mí los sonidos de esta ciudad me apasionan, ¿qué mejor señal de que está viva? Cómo no acordarse de Cri-cri (uno de los poetas mexicanos más excelsos) que le compuso una canción al ropavejero: "Ahí viene el tlacuache, cargando un tambache por todas las calles de la gran ciudad, el señor tlacuache compra cachivaches y para comprarlos suele pregonar: Paapeeellleeeesss que venddaaaaa, periódicos viejos, tiliches chamuscados y trebejos cuatrapeados, cambio, vendo y compro por igual. Comaadddrrreeeess chismosas, cotttooorrraaaass latosas y viejas regañonas pa meter en mi costal..." (creo que también le hacía al tráfico de blancas, negras y pelirrojas). Cómo olvidar al de los "Fierrrrrooooosss, ffiiierrrooss viejos que vendaaa".
Quién no odia la campanita de la basura, que ordena dejar la tibia cama y salir corriendo bote de desperdicios en mano, para que el hijoesú... conductor del camión se largue cuando se le da la gana... mientras uno se queda ahí, pasmado, en chanclas, con lagañas y en mitad de la cuadra, pensando "¡Ah, chingá! ¿cómo llegué aquí?". Quién no goza cuando en un día de inmarcesible calor, escucha por la calle la bocinita de las "Nieves, nieves, lleve sus nieveeeees". O el "tilín tilín" del triángulo de esos hombres que cargan a cuestas un cilindro con unas tostadas que al comprarlas son bañadas con leche condensada (si alguien sabe cómo se llaman esos dulces se agradecerá el dato).
Cómo no recordar cuando luego de una borrachera mágnanima, a las siete de la mañana pasa el de los tamales: "Taaaaaammmaaallleesss calientitos, lleve sus tamales, los hay de chile, de verde, de rajas, de dulceeeee" (@lorenaromeromor se tiene algo con el de los tamales, o se tenía, siempre que pasaba, decía que éste hacía su pregón con un dejo de cachondez que nadie entendió nunca, sólo ella, razón por la cual, el susodicho era conocido en nuestra casa de San Bernardino como "el tamalero erótico") (@yorchschema ha amenzado en múltiples ocasiones con exterminar al tamalero de sus rumbos).
Cómo es que no se me ocurrió nunca hacer antes esa grabación, por si no lo saben, hubo un hábil tamalero a quien se le ocurrió grabar el pregón de los tamales, popular ahora en toda la ciudad y además lo protegió con copyright (de veras, no invento)...
Quién que no haya sido niño en este país no recuerda la ansiedad de los domingos al medio día para esperar al globero con su silbatito. Quién no espera con deseo gastronómico y anhelos de una dulce tibieza, en los días lluviosos, el silbato inefable y torturante del camotero y su carrito... Yo soy fan del de los camotes de mi rumbo, nunca pasa, pero si llovizna, seguro que sale, es taaaan audaz... Quién ha olvidado esa cosa como armónica que toca el hombre afilador de armas blancas asesinas de cebollas y tomates... Ahora recuerdo a uno de una camioneta que vendía frutas y verduras por mi casa y que tenía una grabación que rezaba: "Lleve sus naranajas, sus manazanas, ricas, duuulllccceess, ¿en dónde? aquí, aquí... aquí, aquí, aquí, aquí, aquí ad infinitum". También recuerdo que en Metepec, suena (o sonaba) el silbato de los baños públicos todas las mañanas en punto de las siete. Supongo que ahora sí están olvidados pregones como el de: "Chichicuilottteeeeesss, lleevvveee sus chichicuilotteeesss", que alguna vez tuvo lugar en Toluca, claro, cuando los chichicuilotes no eran una raza extinta.
En cambio la modernidad incrusta nuevos sonidos en esta sonoridad urbana: "El aguaaaaaaaaa", "El paaaaannn y la lecheeeee" (escuchado en una unidad habitacional). Las ambulancias, las patrullas "chico malo, chico malo, qué vas a ahcer cuando vengan por ti, tralalá...", los bomberos, el tata ta tatá repetido hasta el hartazgo todos los días...
Fue gracias a todos estos sonidos que se me ocurrió dar cuenta de ellos, más bien, de la ciudad, y escribí este poemoco, que según las ocelotunas aspiraciones pertenece a un proyecto mayor con efectos de sonido y grabaciones de por medio, inconcluso por supuesto, como la mitad de la vida del ocelote... Ahí les va...
Poema con acotaciones sonoras
Un día de todos los días
Yo quería encontrarles una foto de un gasero así bien cochicostro, como los de antes, pero todo tiempo pasado fue mejor. Ahora los gaseros se cotizan, son muy cutes y te llevan el gas sólo si les llamas a su cel ggggoooooeeeiii, ah, y se dan de besos con las mamás de una, cuando van a surtir el respectivo tanque (eso es lo que dice Dylan, que cuando va el del gas se da de besos con la abuela).
Ayer @aerodi se quejaba de que con los sonidos de esta ciudad no se puede grabar un podcast con decencia, y eso que no le ha tocado grabar un disco para un curso de inglés en mero 16 de septiembre con los helicópteros del desfile pasa y pasa... es una tortura.
Ahora, a mí los sonidos de esta ciudad me apasionan, ¿qué mejor señal de que está viva? Cómo no acordarse de Cri-cri (uno de los poetas mexicanos más excelsos) que le compuso una canción al ropavejero: "Ahí viene el tlacuache, cargando un tambache por todas las calles de la gran ciudad, el señor tlacuache compra cachivaches y para comprarlos suele pregonar: Paapeeellleeeesss que venddaaaaa, periódicos viejos, tiliches chamuscados y trebejos cuatrapeados, cambio, vendo y compro por igual. Comaadddrrreeeess chismosas, cotttooorrraaaass latosas y viejas regañonas pa meter en mi costal..." (creo que también le hacía al tráfico de blancas, negras y pelirrojas). Cómo olvidar al de los "Fierrrrrooooosss, ffiiierrrooss viejos que vendaaa".
Quién no odia la campanita de la basura, que ordena dejar la tibia cama y salir corriendo bote de desperdicios en mano, para que el hijoesú... conductor del camión se largue cuando se le da la gana... mientras uno se queda ahí, pasmado, en chanclas, con lagañas y en mitad de la cuadra, pensando "¡Ah, chingá! ¿cómo llegué aquí?". Quién no goza cuando en un día de inmarcesible calor, escucha por la calle la bocinita de las "Nieves, nieves, lleve sus nieveeeees". O el "tilín tilín" del triángulo de esos hombres que cargan a cuestas un cilindro con unas tostadas que al comprarlas son bañadas con leche condensada (si alguien sabe cómo se llaman esos dulces se agradecerá el dato).
Cómo no recordar cuando luego de una borrachera mágnanima, a las siete de la mañana pasa el de los tamales: "Taaaaaammmaaallleesss calientitos, lleve sus tamales, los hay de chile, de verde, de rajas, de dulceeeee" (@lorenaromeromor se tiene algo con el de los tamales, o se tenía, siempre que pasaba, decía que éste hacía su pregón con un dejo de cachondez que nadie entendió nunca, sólo ella, razón por la cual, el susodicho era conocido en nuestra casa de San Bernardino como "el tamalero erótico") (@yorchschema ha amenzado en múltiples ocasiones con exterminar al tamalero de sus rumbos).
Cómo es que no se me ocurrió nunca hacer antes esa grabación, por si no lo saben, hubo un hábil tamalero a quien se le ocurrió grabar el pregón de los tamales, popular ahora en toda la ciudad y además lo protegió con copyright (de veras, no invento)...
Quién que no haya sido niño en este país no recuerda la ansiedad de los domingos al medio día para esperar al globero con su silbatito. Quién no espera con deseo gastronómico y anhelos de una dulce tibieza, en los días lluviosos, el silbato inefable y torturante del camotero y su carrito... Yo soy fan del de los camotes de mi rumbo, nunca pasa, pero si llovizna, seguro que sale, es taaaan audaz... Quién ha olvidado esa cosa como armónica que toca el hombre afilador de armas blancas asesinas de cebollas y tomates... Ahora recuerdo a uno de una camioneta que vendía frutas y verduras por mi casa y que tenía una grabación que rezaba: "Lleve sus naranajas, sus manazanas, ricas, duuulllccceess, ¿en dónde? aquí, aquí... aquí, aquí, aquí, aquí, aquí ad infinitum". También recuerdo que en Metepec, suena (o sonaba) el silbato de los baños públicos todas las mañanas en punto de las siete. Supongo que ahora sí están olvidados pregones como el de: "Chichicuilottteeeeesss, lleevvveee sus chichicuilotteeesss", que alguna vez tuvo lugar en Toluca, claro, cuando los chichicuilotes no eran una raza extinta.
En cambio la modernidad incrusta nuevos sonidos en esta sonoridad urbana: "El aguaaaaaaaaa", "El paaaaannn y la lecheeeee" (escuchado en una unidad habitacional). Las ambulancias, las patrullas "chico malo, chico malo, qué vas a ahcer cuando vengan por ti, tralalá...", los bomberos, el tata ta tatá repetido hasta el hartazgo todos los días...
Fue gracias a todos estos sonidos que se me ocurrió dar cuenta de ellos, más bien, de la ciudad, y escribí este poemoco, que según las ocelotunas aspiraciones pertenece a un proyecto mayor con efectos de sonido y grabaciones de por medio, inconcluso por supuesto, como la mitad de la vida del ocelote... Ahí les va...
Poema con acotaciones sonoras
Un día de todos los días
entre el útero lanar
el hombre asoma la pequeña nariz tibia.
Escucha el escándalo
con que la ciudad rueda y amanece.
(camiones, gemidos, puertas, voces, pájaros)
A la nariz
sigue el brazo
y ante el abrazo hiriente que congela
vuelve.
El pie del sueño sobre su frente
El pie del sueño sobre su frente
lo apelmaza.
En sus ojos una imagen innombrada se detiene
busca un color, una palabra...
(silbato de fábrica)
Un silbato de colmena su fuerza reclama.
“Qué era, cómo, qué hora es...”
El oído abre y el sonido intermitente
inacabable
le recuerda el lamento de las mil voces.
(despertador)
Náufrago
se aferra a la almohada
y en un segundo
otra imagen burbujea.
Un cansancio mullido lo protege.
Del gaaaaaaaaas
a cobija y modorra se defiende
vuelve.
En el sueño ahora un velo
de caballos, crines y olores verdes
que lo llevan a la cascada
con su marcha impertinente.
“La cascada la cascada
con su marcha y su cas...”
Catalina se baña.
Ahora mira
7:15
es lunes y martes y mañana.
—Soy un valiente.
Lucha con las fauces
que ha tan poco sus aliadas fueran
en un arranque
asoma hasta el cuello, un hombro y la espalda.
En un segundo reconoce ser valiente
pero débil
y vuelve.
“Que frío, aborrece...”
Y afuera el bullicio, el movimiento,
alharaca, prisa y vete.
Una mano rebelde atreve un dedo:
En este momento las 7:30, sí escuchó bien, las 7:30, y ahora el informativo matutino con ustedes...
Y una cadencia caliente y grave
cierra sus ojos
cierra sus
cierra...
y el remolino
lo lleva a ella
aquella tarde radiante de agosto y de gemidos
que chorreaban por su vientre:
sus senos y
te amo
sus piernas y
te amo
su boca de couché mate y
te amo...
(campana)
¡¡La basura, es tardísimo, y la renta, mi jefe, es quincena!!
Aooouumm
sus labios se abren
en un círculo lánguido de gato:
—Pero claro que soy valiente
y trabajador
y el trabajo ennoblece.
“...Pero hoy
que terrible es el mundo
no, hoy no”.
Vuelve.
Hoy
¡Córrele!
hoy, sólo hoy
¡Voy a llegar tarde a la escuela!
hoy me consiento
¡Chin, se me fue el camión!
hoy soy feliz
¡Apúrate!
hoy duermo
¡Rápido, güey!
sólo hoy
¡Ya vete!
por favor, sólo hoy
¡Muévete!
sólo...
Y el hombre pequeño
Hoy
¡Córrele!
hoy, sólo hoy
¡Voy a llegar tarde a la escuela!
hoy me consiento
¡Chin, se me fue el camión!
hoy soy feliz
¡Apúrate!
hoy duermo
¡Rápido, güey!
sólo hoy
¡Ya vete!
por favor, sólo hoy
¡Muévete!
sólo...
Y el hombre pequeño
cálidamente adormilado
se dice y se convence:
“Hoy tengo fiebre”.